No me da tiempo ni a dejar el maletín sobre la cama al llegar a casa cuando veo, de pura casualidad, que mi móvil está recibiendo una llamada. Lógicamente, está en silencio porque estaba en clase y todavía no lo había puesto en sonido. El número es desconocido y frunzo la nariz porque en los últimos días me han llamado de propaganda muchas veces. Sin embargo, por lo que sea, decido cogerlo cuando ya lleva unos segundos sonando. Una ligera intuición de esas que no sabes muy bien por qué te dan pero que, luego, agradeces. No tardan en decirme cuál es la razón de la llamada: he ganado el primer premio del certamen de cuentos que se celebra en mi pueblo a nivel comarcal.